lunes, 3 de marzo de 2014

Socialmente, ciudadana. Individualmente, mujer.


 
Ser madres, ser solteras, ser casadas, ser amas de casa, convivir en pareja, ser profesionales por cuenta propia o por cuenta ajena……. No son excluyentes. Lo importante es poder elegir “libremente”. Poder decidir. Tener opciones.
 
Opciones sexuales, educativas, sanitarias, profesionales, familiares, etc.
 
Socialmente me considero ciudadana e individualmente mujer.
 
La democracia me da opciones, el Estado tutela esas opciones. Tiene el deber de hacerlo porque es el representante de muchas diferencias dentro de su globalidad. Ahí radica la riqueza del Estado, lo que le hace universal. Para todo el universo de la población. Es de todas pero es para todas.
 
 Para mí el Estado ha de ser progreso.
 
Ser progresista no es un etiqueta. Es una forma de vida, de reivindicar el día a día en mi actividad ciudadana, profesional, laboral, personal, familiar…... Unas mujeres se sienten progresistas y lo reafirman pública y políticamente; otras lo viven sin definirlo. Pero todas hacemos Estado.
 
Una educación basada en el progreso, es generadora de conocimiento, facilitadora de mentes libres para pensar, sentir y actuar. Sin miedos, con recursos, con dudas, que se interrogan  cómo y por qué suceden las cosas. Que exigen.
 
Para progresar es necesario tener “memoria”, conocer las “historias”. Es necesario tener “memoria histórica” para poder comparar y para poder prevenir.
 
No se trata de preguntar si estoy a favor o en contra de la ley de aborto, del  estado del bienestar, de la ley de calidad de la educación…... Una mujer progresista está a favor del respeto a lo individual, de la riqueza de las diferencias, del beneficio de lo social, del pensamiento colectivo, de la dignidad ética, de las opciones, de la democracia y de la libertad. Una mujer progresista está en contra de la autocracia, del pensamiento único, de la estética social, de la represión en todas sus acepciones, de la imposición por Ley, de la manipulación, del adoctrinamiento, del castigo y del poder del miedo.
 
Una mujer progresista exige, porque conoce, piensa, tiene “memoria”, siente y respeta todas las opciones, pero no está dispuesta a que un grupo de gobernantes bajo la apariencia del Estado, dicte normas, reprima derechos, genere miedos y manipule conciencias. Porque eso, según nuestra “memoria histórica” no es una Democracia es una Dictadura. Y las dictaduras y los dictadores no son una opción.
 

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